domingo, 26 de junio de 2011




La lucha estudiantil es una de las luchas más encarnizadas y apasionantes de las que he sido testigo en mis cortos 22 años. En ella se manifiestan sueños y añoranzas de una vida mejor. La pregunta que no ha dejado de darme vueltas al respecto es si efectivamente ¿Estamos preparados para esta vida mejor?

Es luego de problematizar nuestra historia como sociedad que me hace sentido preguntarme por nuestra preparación ¿Somos innovadores cuando se trata de una lucha social?

Leía hace un par de días, sobre la relevancia de la innovación para la transformación, y por supuesto también, sobre la importancia de la validación de los movimientos. Hoy en día, estoy sumergida dentro de una lucha, la lucha de los estudiantes por una educación pública y de calidad. Si bien esta lucha ha logrado permanecer en el imaginario colectivo como válida y justa ¿Qué significa esto de educarse gratis, de luchar, de movernos?

A veces extraño de sobremanera las discusiones política sobre este sentido de educación, porque sí, quizás están en asambleas y cosas por el estilo, pero en la cotidianidad se extrañan.

Hablamos de democratización por un lado, y de triestamentalidad, pero ¿Tenemos una cultura de la PARTICIPACIÓN? Porque según yo la entiendo, esta NO SE REDUCE A LA SIMPLE EMISIÓN DE UN VOTO O UNA OPINIÓN. No, la participación trasciende el mero uso de la palabra mediante la discursilería barata que hoy en día caracteriza a la izquierda, y veo que como país lamentablemente no hemos trabajado en propiciar lógicas de verdadera participación con miras a la transformación.

Es ese el fudamental problema que le veo yo a las luchas sociales de hoy en día: hace falta hacer que trasciendan el plano de lo concreto, que vayan más allá de la formulación de petitorios y letanías, que no se acaben una vez que obtengamos gratuidad en la educación, pues si termina ahí entonces no habremos conseguido nada, la cosa está en dejar de ver la lucha desde la contigencia.

Apelo a una TRANSFORMACIÓN SOCIAL con todas las implicancias que esta tiene, un cambio de lógica, porque esta lógica de la martirización, de la solidaridad cristiana y del clientelismo lamentablemente está permeando las formas que tenemos de manifestarnos. No sólo se trata de un petitorio, se trata de transformar la sociedad en la que vivimos.

Y cuando hablo de cambiar las lógicas, entiendo que si no existe un posicionamiento al respecto, la gratuidad y el caracter público de la educación pierde todo sentido ¿Se trata sólo de que todos estudiemos gratis? ¿Qué va a pasar cuando eso ocurra de verdad?. A mí me parece que en el plano cultural estamos cojos, debemos luchar porque desde niños desarrollemos una intelectualidad digna de construir educación, que nuestra lucha vaya de la mano con nuestra visión de mundo, que generación tras generación seamos capaces de apelas a fines trascendentes: realmente trascendentes. Eso no se logra sin cambios culturales.

Aun así, eso es lo lindo de estos movimientos de contigencia; que por lo menos nos reunen a repensar nuestras vidas y decir SÍ! ES POSIBLE UN MUNDO MEJOR Y LUCHAREMOS A PIEDRA EN MANO Y LETANÍA EN CALLE POR LOGRARLO.

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La lucha estudiantil es una de las luchas más encarnizadas y apasionantes de las que he sido testigo en mis cortos 22 años. En ella se manifiestan sueños y añoranzas de una vida mejor. La pregunta que no ha dejado de darme vueltas al respecto es si efectivamente ¿Estamos preparados para esta vida mejor?

Es luego de problematizar nuestra historia como sociedad que me hace sentido preguntarme por nuestra preparación ¿Somos innovadores cuando se trata de una lucha social?

Leía hace un par de días, sobre la relevancia de la innovación para la transformación, y por supuesto también, sobre la importancia de la validación de los movimientos. Hoy en día, estoy sumergida dentro de una lucha, la lucha de los estudiantes por una educación pública y de calidad. Si bien esta lucha ha logrado permanecer en el imaginario colectivo como válida y justa ¿Qué significa esto de educarse gratis, de luchar, de movernos?

A veces extraño de sobremanera las discusiones política sobre este sentido de educación, porque sí, quizás están en asambleas y cosas por el estilo, pero en la cotidianidad se extrañan.

Hablamos de democratización por un lado, y de triestamentalidad, pero ¿Tenemos una cultura de la PARTICIPACIÓN? Porque según yo la entiendo, esta NO SE REDUCE A LA SIMPLE EMISIÓN DE UN VOTO O UNA OPINIÓN. No, la participación trasciende el mero uso de la palabra mediante la discursilería barata que hoy en día caracteriza a la izquierda, y veo que como país lamentablemente no hemos trabajado en propiciar lógicas de verdadera participación con miras a la transformación.

Es ese el fudamental problema que le veo yo a las luchas sociales de hoy en día: hace falta hacer que trasciendan el plano de lo concreto, que vayan más allá de la formulación de petitorios y letanías, que no se acaben una vez que obtengamos gratuidad en la educación, pues si termina ahí entonces no habremos conseguido nada, la cosa está en dejar de ver la lucha desde la contigencia.

Apelo a una TRANSFORMACIÓN SOCIAL con todas las implicancias que esta tiene, un cambio de lógica, porque esta lógica de la martirización, de la solidaridad cristiana y del clientelismo lamentablemente está permeando las formas que tenemos de manifestarnos. No sólo se trata de un petitorio, se trata de transformar la sociedad en la que vivimos.

Y cuando hablo de cambiar las lógicas, entiendo que si no existe un posicionamiento al respecto, la gratuidad y el caracter público de la educación pierde todo sentido ¿Se trata sólo de que todos estudiemos gratis? ¿Qué va a pasar cuando eso ocurra de verdad?. A mí me parece que en el plano cultural estamos cojos, debemos luchar porque desde niños desarrollemos una intelectualidad digna de construir educación, que nuestra lucha vaya de la mano con nuestra visión de mundo, que generación tras generación seamos capaces de apelas a fines trascendentes: realmente trascendentes. Eso no se logra sin cambios culturales.

Aun así, eso es lo lindo de estos movimientos de contigencia; que por lo menos nos reunen a repensar nuestras vidas y decir SÍ! ES POSIBLE UN MUNDO MEJOR Y LUCHAREMOS A PIEDRA EN MANO Y LETANÍA EN CALLE POR LOGRARLO.

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